martes, 25 de mayo de 2010

INAUGURACIÓN DE LA CASA DE LA DONA



Gracias a todos y a todas por acompañarnos en esta tarde tan importante para Xirivella y me permitirán que especialmente agradezca a Bibiana Aido su presencia aquí con todos nosotros.
No sé si lo saben, pero es la primera vez que una ministra del gobierno de España visita oficialmente Xirivella.

Y en una ocasión tan excepcional en la vida de nuestra ciudad como la de hoy, resulta difícil no caer en la tentación de querer mostrar detenidamente lo mejor de nuestra ciudad y de nuestras gentes, de explicar todos y cada uno de los proyectos culturales, sociales o educativos más emblemáticos que estamos ejecutando durante esta legislatura, y de todas las políticas, especialmente las sociales, que han sido santo y seña para los diferentes gobiernos progresistas en los últimos 30 años y que han hecho de Xirivella una ciudad pensada expresamente para las personas.

Y también me gustaría poder compartir la pasión, el entusiasmo y la complicidad con los que la ciudadanía y los responsables políticos estamos llevando a cabo esta tarea.

Espero poder contar con otra ocasión para hacerlo, porque hoy la casa de la dona requiere toda nuestra atención y todo el protagonismo por el especial significado que tiene para la vida de las mujeres de nuestra ciudad.

La Casa de la Dona supone un importante avance en la consolidación de las políticas de igualdad y de especial atención a las mujeres que llevamos aplicando en los últimos años.
Los diferentes servicios municipales de atención integral a la mujer dispondrán por fin de un espacio digno y propio. Los colectivos de mujeres, tan activos como reivindicativos, podrán también desarrollar sus actividades didácticas de concienciación y sensibilización en esta casa de la dona que también les pertenece. Y nuestra ciudad podrá, finalmente, situarse a la vanguardia y ser referente en el reconocimiento de los derechos de las mujeres.

Pero siendo cierto que es un paso muy importante, también es cierto que solo puede entenderse como un paso más en el camino hacia la igualdad.

Un camino hacia la igualdad, que como la exposición que acabamos de ver demuestra, se inició hace ya demasiados años. Un camino largo y tortuoso, ante el cual solo nos sirve la decidida voluntad de avanzar hasta la plena igualdad de mujeres y de hombres.
Nuestra democracia está fundamentada entre otros principios, por la libertad y por la igualdad.
Y la igualdad como la libertad, o es plena o no podemos llamarlas así. Erich Frömm escribió sobre el miedo a la libertad. Y por diferentes motivos, más generalizados y más profundos, no cabe duda que existe también el miedo a la igualdad, al reconocimiento de los derechos de las mujeres y a su plena independencia. Un miedo sutil y latente que subyace en nuestro entorno y que en ocasiones y bajo diferentes argumentos frena cualquier atisbo de avance.
Pero ambas, libertad e igualdad, son irrenunciables.
En muchas ocasiones, aceptamos el mundo como es y a veces incluso nos conformamos, aunque no refleje plenamente los valores y las aspiraciones legítimas en las que se basa nuestra democracia.
Pero todos sabemos qué aspecto tienen la injusticia, la opresión y la desigualdad aunque aparezcan camufladas bajo distintas máscaras. Todos lo sabemos. Y sabemos también que la justicia, la libertad y la igualdad son valores fundamentales de cómo debe ser el mundo. El mundo como es y como debería ser a veces son demasiado distintos. Sin embargo, debemos cerrar la distancia que los separan, tratando de hacer que sean uno y el mismo.
No, no podemos conformarnos. Ni siquiera justificarnos si no lo logramos.
Los hombres y las mujeres que aquí estamos, sin duda tenemos la obligación de construir el mundo como debería ser y en donde mujeres y hombres se respeten saludablemente y en donde ambos aprecien las contribuciones que cada uno puede hacer a la sociedad.
Sin limitaciones, sin permitirse ningún obstáculo. Con la firme convicción de nuestros valores y la inquebrantable voluntad de seguir adelante. Abriendo siempre nuevas puertas que nos permitan seguir nuestros sueños.
Estamos escribiendo el próximo capítulo de nuestra historia. No solo para nosotros y nosotras,
sino para toda nuestra generación y las generaciones venideras.
No podemos aceptar una sociedad que no refleje nuestras máximas aspiraciones y nuestros mejores valores. Y una sociedad que no contribuya al pleno desarrollo de la mitad de las personas que la forman, no puede ser ni justa ni libre.
Y en la modesta historia que estamos escribiendo aquí en Xirivella los hombres pero principalmente las mujeres, la puesta en funcionamiento de la Casa de la Dona sin duda requiere un alto en el camino.
Pero solo para esbozar una leve sonrisa, respirar fuerte y coger aire de nuevo que nos permita seguir adelante con más brío y con más fuerza si cabe.
Esta es nuestra casa de la dona que ya os pertenece. Especialmente para todas vosotras, que nunca os agradeceremos lo suficiente la dedicación, la perseverancia, la fortaleza y la especial sensibilidad que demostráis todos los días.
Gracias a todas por vuestra atención

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