viernes, 13 de abril de 2012

La mascarada del "senyoret"

Es posible que hayan ocurrido muchas cosas en los últimos meses. Quizás demasiadas.
Apenas hace un año, nos encontrábamos en una tesitura difícil o, mejor dicho, muy difícil. La peor crisis económica que se recuerda por su tremendo impacto en el aumento del paro, por la dificultad de encontrar respuestas a las causas que la habían provocado y, sobre todo, por las enormes incertidumbres que se avecinaban, habían socavado la credibilidad del gobierno socialista de Zapatero y amenazaba con quebrar la confianza de los gobiernos socialistas en ayuntamientos y comunidades autónomas. Y así fue. Posteriormente, las elecciones generales del 20-N acabaron con las esperanzas de encontrar una salida social a la crisis. Solo las elecciones andaluzas y asturianas han frenado en seco las aspiraciones de la derecha de ser hegemónica en toda España.

Y así, entre despiadados mercados, golpes de estado encubiertos en Italia y Grecia, recortes sociales de todo tipo, el neocapitalismo moderno ha impuesto su ideología en toda Europa al compás del modelo “neo-neo-liberal” alemán de Merkel. Lo que había sido un oasis de derechos, de libertad, de justicia social y de igualdad, espejo y modelo para todo el mundo, era pasto de los intereses más innobles. El egoísmo, la codicia, la insolidaridad y la desigualdad, como los modernos cuatro jinetes del apocalipsis se escampan por la antaño Europa social y de derecho.

Y todo esto ha sido posible por la cobertura ideológica de la derecha que, bajo el amparo de su particular cruzada, ya tenía decidido el abandono de la sociedad del bienestar. Primero en Alemania (incluso antes mismo de la crisis económica), después en Francia y luego, y tras caer Gran Bretaña en mayo de 2010, toda Europa.

Y hablando de España, la Comunidad Valenciana y Xirivella, la cosa es de esperpento. Alguien en su sano juicio político puede pensar que la derecha va a gobernar en beneficio de todos? Ni antes lo han hecho, ni ahora lo van a hacer, ni nunca lo harán. El PP es lo que parece ser: un partido muy de derechas. Aunque hemos llegado a oir que eran el partido de los trabajadores. Y ahora, bajo el machacado lema de “es que no se puede hacer otra cosa”, se dedican a quitar derechos y beneficios sociales, pero la prima de riesgo sigue subiendo y subiendo. La derecha nunca ha sido la solución, más bien ellos son el “problema”.


En todo este proceso, unos por acción y otros por omisión, todos somos responsables. Pero algunos más que otros. Especialmente, aquellos que sin escrúpulos se han querido beneficiar de esta situación. Promesas de trabajo inclusive.

No hay nada más deleznable en política que mentir. Y lo es aún más que seguir mintiendo para tapar las mentiras de antaño. Y así, “ad infinitum”.

En Xirivella tenemos un claro ejemplo. Nuestro actual president de Les Corts llevaba décadas queriendo hacerse con “su ayuntamiento”. No ha escatimado en recursos para ellos. Por fin, dispone para ello de “los suyos”. Ya mandan en Xirivella. No sabemos para qué, porque desconocemos cuál es su proyecto de ciudad. Pero eso no importa de momento. Porque sí que sabemos cómo quieren gobernar. En menos de un año han conseguido crispar y embrutecer el ambiente político y social de Xirivella. O estás con ellos o estás contra ellos. Y utilizan las armas de quien no tiene o no quiere dar razones: insultos, medias verdades y más mentiras.


Ellos no son responsables de nada. Del “yo no sabía nada” hemos pasado al “y tú más”. De “con nosotros esto no pasará” se ha pasado al “antes ya pasaba”. Y podríamos seguir. Es cierto y es justo reconocer que no todos los concejales del equipo de gobierno son iguales. Afortunadamente. Pero el tono democrático de la mayoría, con Ortí a la cabeza, deja mucho que desear.

Por incapacidad o por soberbia, lo cierto es que su actitud política es bastante mejorable.
Ni talante, ni tolerante. Ordeno y mando. Pero mal. Cualquier discrepancia es descalificada con exabruptos. No se responde a las críticas, pero sí se difama e insulta a quien las hace. El último ejemplo es la manipulación con la que han tratado la huelga general pasada. Pase lo que pase, siempre son ellos las víctimas.


Cuando uno se presenta a las elecciones lo hace con todas las consecuencias. No es de recibo que su único argumento sea insistir en lo mal que están las cosas en Xirivella. Se supone que nuestros gobernantes están preparados para afrontar todas las dificultades de frente sin esconderse y sin tirar las culpas de todo a otros. Todas las administraciones públicas están pasando por momentos difíciles aunque algunas, como la Generalitat Valenciana del PP, por despilfarrar miles de millones de euros en las más variadas fiestas y “saraos” (aparte de lo que las decenas de dirigentes del PP presuntamente se han llevado). Los socialistas estamos orgullosos de nuestra ciudad. De lo que hemos hecho y de cómo lo hemos hecho. Y ni el PP ni Ortí van a conseguir que se olvide todo lo que hoy representa vivir en Xirivella.

Los continuos ataques a la oposición y, especialmente, a mi persona, denotan algún complejo que no acierto a adivinar. Pero deberían mirárselo detenidamente. Que se dediquen a gobernar bien. Solo les queda tres años. El tiempo pasa y la mentira tiene los pies muy cortos.